Fecha de la visita: 22/01/2.014 miércoles.
Descubrí este Restaurante a través de las redes sociales, y recientemente
he tenido la oportunidad de conocer personalmente a sus propietarios, Silvia
Meléndez y Jose Mª Sánchez. Tras esa conversación, tenía claro que más pronto
que tarde debía probar la cocina que realiza Silvia en su local del interior de
la provincia de Valencia. Aprovechando que el día 22 era el patrón de Valencia
ciudad, y por tanto festivo, nos
encaminamos hacia Pedralba.
Situado en una zona
limítrofe entre las comarcas de Los Serranos y Camp de Turia, distante 40 km.
aproximadamente de la capital, Pedralba es una localidad de aproximadamente
3.000 habitantes. Su economía es básicamente agrícola, fundamentada en la vid, aunque actualmente comparte protagonismo con la naranja.
La dirección es C/ Colón nº 18, y los teléfonos de contacto
el 615 832 964 y 691 432 715.
Al entrar en el local, observamos los dos ambientes que lo
forman. El más cercano a la entrada dedicado a zona gastrotapas y bar, al fondo
el coqueto comedor decorado con cuadros realizados utilizando corchos de
botellas. Saludamos a Pepe que nos acomoda en este último.
Ofrecen servicio a la carta y tres tipos de menús. Uno de
tapas, el del día al precio de 10 € y el degustación que cuesta 20 €. En nuestro
caso, Silvia nos había preparado un menú especial intentando mostrar algunos de
los platos representativos de su filosofía en la cocina. Nos gustó mucho el
detalle de que bastantes de los platos de su carta son aptos para celiacos,
junto a la posibilidad de pan sin gluten.
Pequeña, aunque bien surtida carta de vinos, con las tapas
forradas con corcho. Acompañé la comida con cerveza sin alcohol y agua mineral
al tener que conducir.
La composición fue la siguiente:
Entrantes: Ensalada de hinojo y manzana con rulo de bacon y
gambas. Interesante combinación. Buen comienzo. Este plato lo trajo a la mesa
Silvia, y sirvió para saludarnos durante un instante pues el servicio estaba en
pleno apogeo.
Calamar a la plancha con crema de remolacha y velo de jengibre. Bien de plancha el calamar, sabrosa la crema de remolacha, al velo le faltaba algo de sabor del jengibre. Al terminar Silvia me reconoció que no le daba más “sentido” por comentarios de clientes. Para gustos, colores.
Vieira con alcachofas caramelizadas. Para los tres, el mejor
entrante. Con perfecto punto de plancha de la vieira, jugosa, para nada seca y
gomosa. Las alcachofas parecían mantequilla, se deshacían en la boca. Muy, muy
bueno.
Terrina de foie, carrillada ibérica y frutos secos con
reducción de naranja. En este tipo de platos es difícil dar el adecuado punto
de temperatura. Si lo sacas demasiado frío pierde sabor, y si lo calientas corres el
peligro de que la gelatina y el colágeno que amalgama todos los ingredientes se
derrita y desmonte.
Después de estos cinco platos, venía la traca final antes
del postre. Su reconocido arroz de rabo de toro y boletus. Como dijo un
cocinero amigo, un arroz brutal. Denso, potente, cargado de sabor...la carne
pura melosidad y el arroz en su justo punto. Los boletus aportaban su tenue
matiz de aroma y gusto. De los arroces para recordar.
Por si no habíamos tenido bastante con todo lo anterior,
faltaba el postre. Helado de piña, mousse de yogur y crema de limón. Armonía de
ingredientes, buscando frescura para limpiar la boca y mitigar la sensación de
contundencia del arroz anterior.
Junto con el café, llegaron unos rollitos de anís y
chocolate caseros. Estábamos rozando ya la gula...
Al termino del servicio, estuvimos durante un largo rato
departiendo en animada charla. Repasamos los platos del menú,
comentamos algunas noticias gastronómicas, la crisis que está haciendo estragos
en el sector hostelero, etc.
Cocineras como Silvia demuestran las ganas de evolucionar en la cocina de interior. Dándole una vuelta de tuerca, con un punto de creatividad, buscando esos
aspectos que la diferencien, pero sin olvidar donde estamos y de donde venimos.