Receta que deriva de la famosa propuesta realizada con patatas. Consiste en laminar las patatas sin cortar por completo y terminar al horno, quedando jugosas por dentro y crujientes por fuera.
La historia dice que su origen se remonta mas de tres siglos, y debe su nombre a un restaurante de Estocolmo llamado Hasselbacken. En esta versión las sustituimos por pechuga de pollo.
- 2 pechugas de pollo grandes o 4 pequeñas/medianas.
- 75 gr. queso roquefort.
- 100 gr. hojas de espinacas.
- Un puñado de pasas y piñones.
- Queso rallado.
- Sal y pimienta.
- Una pizca pimentón ahumado.
Elaboración:
Limpiamos las pechugas, eliminando la grasa que podamos encontrar. Hacemos unos cortes transversales, sin que lleguen a partirla por completo. las pasamos por la sartén para que se hagan un poco. Nos cambiará el color de la parte exterior. Reservamos.
Preparamos el relleno. Quitamos los tallos de las espinacas, lavamos, secamos y freímos en una sartén con un poco de aceite.
Colocamos en un cuenco. Añadimos el roquefort, las pasas, los piñones y un poco de pimienta. Remover y mezclar. Este tipo de queso es salado, por lo tanto controlar la sal que añadimos. Otra opción es añadir la pimienta al pollo cuando está en la sartén.
Rellenamos los huecos de las pechugas con la mezcla anterior.
Añadimos queso rallado por encima. Llevamos al horno (ya precalentado a 200º) en una bandeja con unas gotas de agua. Las mantendremos en la posición central durante 30 minutos aproximadamente.
Nos quedaran jugosas por dentro y con el queso fundido por encima.
Solo nos resta llevar a la mesa.
Buen provecho !!!!