Esta es una entrada muy especial, dedicada a una persona de esas que dejan huella cuando la conoces. Joaquín Benito, gastrónomo, estupendo cocinero aficionado, y Donostiarra orgulloso de su tierra.
Conocía a Joaquín de las redes sociales, no tenía el placer en persona. Aprovechando nuestra visita al País Vasco le pregunté si podíamos coincidir un rato para saludarlo y tomar algo. Su propuesta fue muchísimo mejor. Me ofreció conocer la sociedad gastronómica de la cual es miembro, cocinar y cenar en ella. Suponía para mi un tremendo placer y un honor visitar uno de estos templos de la gastronomía vasca, que suponía la continuación de nuestro viaje a aquella maravillosa tierra el cual había alcanzado un punto muy alto el día anterior con la visita al Basque Culinary Center.
Visitar una sociedad gastronómica es algo que cualquier amante de la cocina debería tener la posibilidad de hacer al menos una vez en la vida. Es algo que envidio profundamente no exista (o yo no conozco su existencia) en Valencia. Básicamente es un local dotado de todas las instalaciones típicas de un restaurante , tanto a nivel cocina como menaje, servicio, etc. donde los socios tienen la posibilidad de preparar sus guisos para degustar allí. Hace años, cuando empezaron estas sociedades las mujeres no podían entrar. En la actualidad pueden acceder a ellas, pero solo como comensales.
Joaquin se encargó de todos los preparativos, yo compré unos quesos en la tienda de Ramón Lizeaga, Elkano1, y subí expresamente desde Valencia pastelitos de San Dionis típicos de la festividad del 9 de Octubre en nuestra comunidad.
Llegamos a la Sociedad y ya nos está esperando junto a su esposa. Ya lo tienen casi todo en marcha, como estupendos anfitriones que fueron, por lo que yo al final cociné más bien poco. Preparó un fantástico menú, que no tenia nada que envidiar al de muchos locales.
Empezamos por unas Gildas, regadas con un buen Txacolí.
Continuamos con pulpo cocido y patata chascada al pimentón.
Y rematamos los aperitivos con unas mini hamburguesas de solomillo de ternera. Es lo único que me dejó ayudarle a preparar.
Todo esto a pie de barra, luego pasamos a la mesa. Mientras picábamos, en el horno habían dos rapes de 3 kg. cada uno, que acompañó de unas almejas en el ultimo momento.
Terminado con un refrito "a los tres vuelcos" de Martín Berasategui, El punto del pescado, y no es mi intención hacerle la pelota, fue excepcional.
Durante el tiempo de horno dimos buena cuenta de unas ensaladas con tomate de caserío, cebolleta, bonito y piparras.
Y continuamos con el pescado. En primer plano podemos ver un bocado muy delicado como es la carrillera del rape.
La ensalada y el pescado lo acompañamos con estos dos vinos. ¿Tinto con pescado? Las reglas están para romperse. Imperial Cune Reserva 2.009 y Felix Azpilicueta Gran Reserva 2.004, ambos D.O. Rioja.
Continuamos con las cuatro variedades de quesos que yo había comprado.
Y los pasteles del 9 de Octubre, de horno tradicional y que estaban estupendos.
Rematamos con el habitual café y un gin-tonic.
Y el último que cierre la puerta...
Una noche excepcional, con una pareja fantástica, que recordaremos siempre. Muchísimas gracias de parte de los tres.