Restaurante Vaixell / Merendero Alegría en La Cañada, verano de 2.013

Fecha de la visita: 05/07/2.013 viernes.

Reinventarse o morir, dice el refrán. No es necesario ser tan drástico. Tomán Montán, chef y propietario del local, se readapta a los nuevos tiempos de crisis buscando nuevas alternativas a su oferta.



Nos gusta su cocina, preparada con genero de gran calidad. Aparte de manejar con maestría la preparación  de pescados, su propuesta para este verano se sustenta en buena medida en la cocina peruana. En la temporada estival cierra el comedor interior y traslada las mesas a su estupenda terraza. Además este año incorpora su nueva barra de pintxos. La única pega son los puñeteros mosquitos que no pararon de acosar.




En la  terraza podemos diferenciar dos zonas, una más informal y la otra con mesas más "vestidas". En homenaje a su abuelo por parte materna, a esta primera ubicación le ha llamado Merendero Alegría, que era el nombre del chiringuito que montaba su antepasado en la playa de La Malvarrosa. Dispone de un gran ventanal abierto a modo de barra donde podemos disfrutar de una selección de pinchos fríos y tomarnos un aperitivo de manera más distendida. Tan sencillo como acercarnos y escoger lo que nos apetezca. Su carta en la misma en toda la terraza, aunque en el área más formal el servicio es todo en mesa.  Su horario de apertura es de jueves a lunes (ambos incluidos) por las noches de 20:00 a 24:00.

Los pinchos oscilan entre 1,70 y 2 €, y los platos, llamados "tomasadas" mayoritariamente entre 10 y 12 €. Podéis consultar la carta en su facebook.

Decidimos tomar unos pinchos de entrada y platos al centro para continuar.

Su coca de verduras, como la anterior vez que la probamos fantástica de sabor.


Croquetas de pollo de corral. Sabrosas.


Crujiente pan tostado.


Sashimi de pescado, en este caso de Jurel. Como le dijimos a Tomás al terminar, un plato espléndido. Notas de lima, soja, jengibre, sésamo, cebollino, etc., en un "humilde" pescado azul de gran calidad y frescura acompañado de nabo rallado.


En estos momentos que vivimos están triunfando variedades de pescado más económicas que los empleados habitualmente (atún, dorada, lubina, rodaballo, etc.) buscando la mejor relación calidad/precio.

Yucas bravas, hervida y después frita acompaña de de salsa huancaina y hierba huacatay. Uno de sus guiños a la cocina peruana. Esta salsa está realizada con ají amarillo, leche y queso fresco. El huacatay es la hierba aromática peruana por excelencia. Se utiliza en la preparación de ajíes, guisos y asados. También es imprescindible para confeccionar la salsa ocopa, junto al ají, cebolla, ajos y maní. El sabor de la yuca nos recordó mucho al plátano frito.


Pulpo seco. Desecado al aire y al sol, con sorprendente sabor a mar, su textura es más dura que la que tomamos habitualmente cocido en fresco. Lo podemos encontrar en algunas tienda de salazones, es muy habitual en Japón y en algunas zonas de España. Recuerdo haberlo probado hace muchos años (más de 20) en Roquetas de Mar, y desde entonces no lo había vuelto a degustar.


Socarrado a fuego fuerte y cortado a rebanaditas finas. Servir acompañado de aceite de oliva y unas gotas de limón, si nos gusta este último. No es necesario añadir sal, pues ya lo está suficientemente debido a su proceso de deshidratación.

Carpaccio de maneta de cerdo con pipas de calabaza. Aunque pueda parecer pesado, un plato muy suave. Finísimas láminas de manitas acompañadas de cebolla dulce y pipas de calabaza tostada.


Para beber agua mineral, dos cervezas sin alcohol (había que conducir) y dos copas de vino. No tomamos postre ni café.

Al terminar, aparte de compartir unos minutos de conversación con el chef,  estuvimos visitando la exposición de pintura (Luciano González)  y escultura (Ismael Ortuño) que hay en lo que es el comedor de invierno.




Podéis encontrar la reseña de nuestra anterior visita aquí.